miércoles, 7 de julio de 2010

Hagámoslo fácil.


Sentimientos que como fuegos artificiales explotan, que se evaporan por el aire y desaparecen en milésimas de segundo, como si de su existencia nos hicieran dudar.

Pero no, tenemos la certeza de que los hemos sentido, de que al menos por unos instantes han ocupado un rinconcillo en nuestro ser, simplemente por la sensación, por las ansias de satisfacer aquella necesidad carnal.
Acostumbraba a pensar que la casualidad tenía un punto por encima de la seguridad, de la certeza de que algo será así y no de otra manera.  Quizás me equivocaba y hoy como nunca busco la seguridad la organización el saber que hacer desde que me levanto hasta que despido el día. Y puede sonar paradójico encontrándonos en la estación en la que estamos, la cual nos invita a despojarnos del reloj, del calendario y dejarnos llevar por lo que el tiempo nos marque…

¿ Es el sonido de los fuegos lo que se oye a lo lejos?